miércoles, 11 de marzo de 2009




Y se ha promulgado la “ley del menor esfuerzo” como regla de vida. No hay desafíos, ni sueños, apenas si se piensa en cómo conseguir caviar para aderezar un churrasco para la cena, pero no hay plan alguno para conseguir siquiera un mendrugo para el desayuno de mañana.
La gente ha puesto en los altares a traficantes, prostitutas famosas, y ha relegado al salón de los idiotas a quienes estudiamos hasta quedar intoxicados con ese polvo negro con que trabajan las fotocopiadoras…
“¿Para qué sacrificar familia?, ¿para qué sacrificar trabajo?”, se preguntan en los slogans de ciertas “universidades”, mientras que uno escuchó el primer día de clases: “olvídense de la familia y de las amistades, y si además trabajan, olvídense de dormir…”.
Al final, uno, que buscó la puerta angosta, la excelencia, queda como el idiota, el estúpido que no se dio cuenta que había un atajo…

(El problema, es que en las Universidades serias –y en la vida-, uno no aprende llegando al final, sino sólo recorriendo el camino).



(INFO:

http://www.lnd.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20080713/pags/20080713002217.html

http://www.periodismo.uchile.cl/contintanegra/2004/Mayo/economia1.html)

lunes, 9 de marzo de 2009

Día de la Mujer.




¿Y el día del varón?
Una vez más, las masas se ven sobornadas, vendiendo su alma por un pequeño gesto; embobadas e hipnotizadas se comen el dulcecito.
Me dirán algunas que es justo celebrarse, y lo bien que se siente que le lleven rosas, reconocimiento y chocolates, a lo que es menester contestar que para eso, no es necesario instituir un día en especial, sino que eso debiera ser el comportamiento normal y periódico de la gente que se quiere (paso el dato, también sería bueno, de vez en cuando, un engañito a los varones).
“Días de la mujer”, y otras medidas de “solidaridad de género”, a mi entender, no hacen sino que profundizar las diferencias, al tratar de nivelarlas nada menos que con el vaivén de un péndulo.
Porque las diferencias, el machismo y todas esas vainas tan perniciosas, no desaparecerán mientras existan madres que impongan a sus hijos varones el “los hombres no lloran”, “los hombres no cocinan”, “los hombres pagan la cuenta”, “las mujeres no toman la iniciativa” y tanta otra borra social que se ha ido acumulando con los siglos. Aun habrá diferencias de género arbitrarias, si seguimos pensando que ser mujer es un valor en sí mismo.
Aún habrá que dejar dulcecitos de “día de la mujer” y otros placebos, si seguimos tratando a las mujeres como discapacitadas, incapaces o como estúpidas, con todos esos subsidios emocionales, con esa detestable solidaridad de género, o esa absurda presunción de que la mujer siempre es buena, sufrida y trabajadora.
Ya es tiempo de predicar la igualdad, pero con acciones concretas, del día a día. Ya es tiempo de decirle a la mujer –que la tratamos como paralítica social- “toma tu camilla de siglos de prejuicios, y axiomas errados, déjala, y anda”…

miércoles, 4 de marzo de 2009

Los Idus de Marzo


El tres de marzo de 1985 hubo un terremoto en Chile.
Ignoro qué grado, no recuerdo mayormente sus implicancias.
Bien recuerdo, eso sí, las réplicas de otro terremoto de marzo, naciente también en el primer tercio de este mes. Y ese sí que tuvo implicancias.
Entonces, cada año, comienza el ritual, me paro frente al espejo y -al igual que Julio César- me digo: “los idus de marzo han llegado y hasta ahora, nada pasa”, pero –como en la historia aquella- siempre hay alguien –o algo- que hace tambalear mi pretendida seguridad.
Y así, cada año colecciono una nueva muñequita de porcelana, de ojos ensangrentados, que pongo junto a las demás, en pequeños ataúdes sobre mis repisas, donde reposan todas, recordándome, por los años y los años, que cuando te fuiste, algo moría contigo.
Y así, cada año, espero que lleguen los idus de marzo, y que me asesines en las gradas de algún Senado, porque no hay bendición más grande que morir por tu mano. Y no hay sensación más deliciosa, que derrumbarme por dentro, cuando me miras con esos ojos, que son el verdadero terremoto de marzo.