
Abrir las cajas que contienen mi pasado, esta vez, me ha traído a la memoria tres cosas, aparentemente sin mucho en común.
La primera, es aquella primera vez que hice cosas estúpidas de esa forma casi inconsciente, o lo que es peor, de esa forma palmariamente conciente e intencional: Ay, el primer amor.
Una de las cosas absurdas que hice, en esa relación que partió en algún día de enero (sí, como la canción), y que terminó en marzo el primer día de clases (¿deberé mencionar que en enero nos vimos sólo un par de días, y que en febrero no nos vimos?), fue escribir, en su ausencia, luego de esos días de enero, cada día, religiosamente (literalmente) algo para ella, o más bien, le hice una suerte de “log” (como dicen los gringos) o de bitácora (como diríamos erróneamente por acá), anotando prolijamente, cada sentir de cada día… así, todo el resto de enero, todo febrero, hasta el primer día de clases, en marzo. Ay, con el primer amor.
La foto –real- es de aquel melodrama de capítulos diarios, que aun conservo, y que me recuerda que bajo capas de hielo, caspa, papel y malas experiencias, aun late –o latió- un corazón.
La segunda cosa que recordaremos, vinculada a la anterior, es aquella ocasión en que escuché (leí) algo que me escribió alguien muy especial (era una maldita, pero me enamoré de ella), haciendo alusión a su vez a un libro que estaba leyendo, y confesando que ella, estaba emulando a la protagonista, y que cada día me escribía algo… Cuando leí lo que ella estaba haciendo, recordé con estupor, medio embelesado, medio crédulo en la magia y esas patrañas, mi experiencia de los catorce y esa especie de “bitácora” que yo, a mi vez, escribí para alguien, alguna vez, pero no quise mencionárselo, por temor a que pensara que estaba inventando coincidencias.
La tercera cosa que recordaremos, por fin, es “Lost”. Sí, sí, sí; veo “Lost”. Mi atención se centrará, por ahora, en Jack Shephard no porque sea un personaje de mi agrado (tal vez todo lo contrario), sino porque en una ocasión, viendo parte de la Quinta Temporada (bajada de manera inmoral de la inet), como un flash, me vi en ese personaje; no en la parte del heroísmo, del guía, del tipo que a toda costa quiere salir de la Isla (acá los que no siguen “Lost” probablemente se aburran un poco más que los que sí la siguen… mayores informaciones en Wikipedia).
Me refiero al Jack de la Quinta Temporada, el Jack que quiere volver a la Isla, a ese decadente personaje de poco cuidada barba que es viajero frecuente de vuelos intercontinentales, en razón de abrigar –y aferrarse- a la remota y siniestra esperanza de que el avión en que viaja, sufra un accidente, y caiga de nuevo en la Isla.
Ese mismo Jack que busca de manera enfermiza caer de nuevo –re-caer- en la misma isla de la cual tanto luchó por salir.
¿Qué tienen que ver estas tres cosas?
Pues, en que yo me he convertido en un Jack de descuidada barba, tomando todo vuelo que me permita mantener viva la brasa de la esperanza de que volverás; en un enfermo que visita cada lugar de Quillota en que te encontré en el pasado, rogando al Cielo un deja vú, una segunda oportunidad que me permita volver al punto de partida, y volver a tirar los dados. Soy un Jack queriendo caer de nuevo en la mágica isla que son tus brazos, que es tu vida. Un Jack que hoy comienza (como la otra vez –la primera- en que amó hasta con las entrañas), a escribir cada cosa que esa experiencia –que hoy se repite- me sugiera escupir en un papel (o en este montón de unos y ceros que es este lugar)…
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