martes, 5 de septiembre de 2017

La tentación de las escaleras.


Siempre tuve la opción (y la tentación) de subir esas escaleras que llevan a tu casa.
Sobre todo ese día.
Pude parar el auto; hacer caso omiso de las obligaciones. Pero no: seguí, dejando tus escaleras dibujadas en mi retrovisor… Y es que iba tan atrasado a la Iglesia, que ni pensé en parar.
Hubiese sido de pésimo gusto que justamente yo me perdiera la primera parte de la ceremonia…
Ahora me pregunto, qué hubiese pasado si ese día hubiese dejado el auto a la vera del camino,… hubiese subido corriendo por esas escaleras… Y aprovechando que iba vestido de novio, te hubiese pedido que te casaras conmigo…

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