martes, 12 de septiembre de 2017
376
Trescientos setenta y seis días, y te tengo noticias.
Supe que terminaste el tejido, acompañada de un Telémaco está grande y fuerte.
Jamás encontré el ovillo de Ariadna.
Pese a mis esfuerzos, la piedra de Sísifo siguió resbalando por la pendiente.
No hubo viajero que calzara con mi catre de hierro.
No pasó día en que no recordara cuando apagamos juntos el fuego de Prometeo, ni hubo canción romántica que no me hiciera un hueco en las entrañas. Recordarte por las noches fue un águila que me devoró el hígado día tras días.
Vi a Atlas frente al espejo, soportando sobre sus hombros el peso de tu ausencia, y como Tántalo, nunca pude morder la manzana que colgaste sobre mi cabeza.
Pero ha valido la pena.
Trescientos setenta y seis días para decirte que todo está por fin en orden. Asumimos. No le temo a las tijeras de Átropos. Si me muriera mañana, moriría conforme.
De la mano de Pirro, celebramos la victoria más triste del mundo.
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