No tienes nada para mí, Bruja del Oriente. Cuando dejaste Estambul, para contar monedas, dejaste de ser tú.
Falsa Generala del Oriente, no tienes nada que me pueda interesar.
Eres una estatua de arena, que se deshace al viento.
(Destiné una habitación de mi casa, especialmente acondicionada, para ir apilando todas las cosas que tienes para mí, todas las cosas que te hacen perfecta a mis ojos, todas las cosas que me gustan de ti, todas las cosas buenas que tienes, para poder admirarlas cuando el chispazo del enamoramiento pasara, y así jamás olvidarte… …Cuando pasó el flechazo del enamoramiento, abrí la habitación y me alivié de verla vacía).
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