Quedé estupefacto. Estaba en el Conservador de Bienes Raíces y en eso, se encontraron dos viejas cuicas, al parecer grandes amigas con tiempo sin verse.
- “¿Y cómo está tu marisco?”- preguntó una.
Y a mí me llamó la atención ese grado de confianza entre ellas.
Y ahí se armó tamaña conversación: pasé escuchando preguntas del estilo “¿lo teñiste?”, “¿lo afeitaste?”, “¿por qué huele tan mal?”, “¿por qué lo haces trabajar tanto?”, preguntas –y más aún, sus respuestas- que me dejaron con el “yo pecador” en la boca…
Para colmo de mi estado, a esas alturas catatónico, la vieja terminó diciéndole a la primera:
- “¿Y el tuyo?”
Y yo ahí me quería morir: ¿Cómo dos viejas aparentemente educadas, ventilan esas intimidades en un lugar público, a vista y paciencia de otros mortales?
- “Ahí está, en el trabajo... Pobrecito mi marido, también lo tengo trabajando”.
...¿Cuándo iba a cachar yo que le decían “marisco” al “marido” y no a lo que yo pensaba?… :p
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