martes, 25 de mayo de 2010

Ego sum



Conocí un niño que se maravillaba con los bichos, con las lupas, y con que hubiese flores que se cierran en cada ocaso.
Conocí un niño –y lo había olvidado- curioso y agradecido del Universo; que cuando le explicaron qué era una dictadura, le pareció horroroso; que cuándo le explicaron como funcionaba el mundo, le pareció urgente un cambio; que creía en Dios y en las pequeñas revoluciones de cada día…
El mismo que un buen día partió a estudiar a la U, con cinco lucas para el mes en el bolsillo, y sin saber los resultados del crédito ni de las becas a las que había postulado…
Un pirómano de naves, como diría Cortés.
Yo lo había olvidado, pero conocí ese niño…

Yo soy Carlos Cataldo: me emociono con los ocasos, me desafían los amaneceres. Me gustan los perros, los libros, las caricaturas, los cuadros de Van Gogh, Munich, y Gauguin, y el cine. Me encanta comer, sobre todo aquellas chatarrerías rápidas, pero no sabría que sería de mí sin la comida casera.
Me encantan los juegos.
Me encanta el sabor de las mariposas, pero no sabría que hacer si no me espera Penélope en casa…
Me pasaría horas mirando las estrellas en los días en que se corta la luz… Me gusta recostarme sobre el césped a ver el cielo azul intenso de septiembre, e imaginar figuras en las nubes. Aun me gusta ver como algunas flores se acurrucan antes de ir a dormir en cada crepúsculo; la Óptica y sus lentes y lupas me parecen fascinantes; y los bichos, incluso los que caminan en dos patas, absorben toda mi admiración. La Física sigue siendo un buen diccionario para traducir la poesía que escribe Dios.
Y aun me duele la injusticia…
Aun me duele que a algunos les sobre el poder y otros no tengan defensa alguna; que niños no tengan familia; que padres no tengan trabajo; que ancianos no tengan respeto; y que las mujeres aun sean tratadas como discapacitadas…
Yo soy Carlos Cataldo, y aunque a veces lo olvido, yo soy aquel niño…

…Prometo no volver a olvidarlo.



miércoles, 19 de mayo de 2010

No hay como el Marisco de una Mujer Madura




Quedé estupefacto. Estaba en el Conservador de Bienes Raíces y en eso, se encontraron dos viejas cuicas, al parecer grandes amigas con tiempo sin verse.
- “¿Y cómo está tu marisco?”- preguntó una.
Y a mí me llamó la atención ese grado de confianza entre ellas.
Y ahí se armó tamaña conversación: pasé escuchando preguntas del estilo “¿lo teñiste?”, “¿lo afeitaste?”, “¿por qué huele tan mal?”, “¿por qué lo haces trabajar tanto?”, preguntas –y más aún, sus respuestas- que me dejaron con el “yo pecador” en la boca…
Para colmo de mi estado, a esas alturas catatónico, la vieja terminó diciéndole a la primera:
- “¿Y el tuyo?”
Y yo ahí me quería morir: ¿Cómo dos viejas aparentemente educadas, ventilan esas intimidades en un lugar público, a vista y paciencia de otros mortales?
- “Ahí está, en el trabajo... Pobrecito mi marido, también lo tengo trabajando”.


...¿Cuándo iba a cachar yo que le decían “marisco” al “marido” y no a lo que yo pensaba?… :p

martes, 11 de mayo de 2010

Mayo...





Las relaciones amorosas no se miden por cuanto duran, sino por lo que nos hacen sentir… El amor te da vuelta las entrañas, y las tripas te quedan por fuera… Por dentro, sólo mariposas hechas de puro U235.

¡Yo quiero volver a ser un punto negro en el suelo, calcinado, borrado del mapa, por tus mariposas asesinas, alevosas, fugaces, pero más poderosas que el Big Bang!