Aprovechando la visión de distancia que da el exilio del mundo de los vivos, he podido ir sacudiéndome el pasado, al poder ponderar en su justa medida tantos hechos que llevaba -hasta hace poco- pegados en los pasos, como esos molestos chicles que uno pisa en verano. ¡He tenido sobrevalorados tantos hechos! Algo así como una burbuja, como la inmobiliaria de la crisis subprime, pero a nivel de recuerdos. Tras las nieblas del tiempo que van pasando, todo se ve bien; mejor de lo que fue.
No es que reniegue de mi historia, sino que he deseado separar el grano de la paja, para quedarme con lo importante solamente. He intentado romper con algunos patrones conductuales, que, merced a mis rasgos obsesivos, me amarraban artificialmente a lugares, cosas y personas poco importantes o que, habiendo tenido importancia, hoy carecen totalmente de ella, o incluso a lugares, cosas y personas que en realidad nunca fueron realmente importantes para mí. Tenía una suerte de “síndrome de Diógenes emocional”.
Hoy sábado llamaré y me reuniré con una de esas personas. Conservo aún algunas fotografías de ella, que tal vez le interese, precisamente, más a ella que a mí tener…