
Hoy me subí al metro y quedé al lado de dos individuos que conversaban animadamente. No pude evitar oír sus conversaciones sobre la U.T.F.S.M., y sus leyendas (v. gr., “el que lee el Testamento de Federico Santa María, publicado en piedra, a la entrada de la tal Universidad, se echa el primer año… es la ‘maldición del testamento’”), sus conversaciones sobre cine gore y de acción y sus teorías ñoñas sobre minas. Deben haber tenido entre 20 y 25 años.
Y los hallé de lo más weón que he visto en harto tiempo.
Ahora bien, como nerd asumido y autoreconocido, me dio para pensar. Hoy juzgo esa actitud weona, desde mi autoconsiderada inteligencia de los 30. Pero yo a los 25 también me consideraba inteligente, y desde ese ambón, también sermoneaba a los cabros chicos de 18 que me parecían weones. Y yo a los 18, hacía lo mismo con mis compañeros y con los adolescentes de 15. Y a los 15, a los 12, y desde que tengo memoria, siempre he sido capaz de ver lo weones que pueden ser los menores a mí.
El problema es que ahora que tengo 30, creo que yo a los 25 era tanto o más weón; y a los 18, a los 15 o a los 12, era tanto o más weón que la gente de esa edad. Entonces, me parece válida ahora la pregunta y la duda: Yo a los 30, que me siento tan maduro ahora, tan mesurado y tan curado de mi ñoñez… ¿Seré en realidad así, o simplemente vivo (y he vivido siempre) en la feliz ignorancia de lo weón que soy en el momento presente?... ahhhh?